La reverenda Gay Clark Jennings, presidente de la Cámara de los Diputados de La Iglesia Episcopal, hizo estas observaciones en la sesión de apertura del Consejo Ejecutivo el 21 de febrero:
Buenos días. Me alegra estar aquí con todos ustedes en la ciudad de Oklahoma, y le agradezco al Obispo Ed, su hospitalidad. Espero pasar bien este tiempo juntos.
No sé para ustedes, pero para mí, ¡vaya un año ha sido ya el 2019! Tuve la suerte de comenzar estando dos semanas de profesora visitante en el Seminario Teológico del Pacífico, donde tuve la oportunidad de conocer a estudiantes residenciales y de baja residencia que estaban capacitándose para el ministerio. Si mi tiempo con ellos fue una indicación, nuestra próxima generación de líderes es brillante, innovadora y está lista para explorar nuevas formas de ser de La Iglesia Episcopal en el siglo XXI. Tuve que dar una charla sobre el gobierno de la Iglesia, que como saben, es mi tema favorito, me reuní con estudiantes de toda la Iglesia para discernir sus vocaciones y tuve que volver a la clase de teología. Una clase de teología nada menos que a las 8:00 de la mañana.
Y luego me fui de vacaciones. Mientras estaba de vacaciones, hice lo que siempre le decía a la gente que hiciera cuando trabajaba en CREDO. Me desenchufé. No miré las redes sociales, ni los informes de noticias, ni el correo electrónico. Luego, el domingo por la noche, cuando entré en Internet hubo una inundación de información. ¿Saben cómo funciona eso, verdad?
Y en esa inundación había una noticia en particular de la que quiero hablarles hoy. Fue la noticia de que el Arzobispo de Canterbury Justin Welby está invitando a algunas esposas de obispos, pero no a todas, a la Conferencia de Lambeth prevista para 2020. Las esposas que él no invita son las que tienen el mismo sexo que los obispos con los que están casadas. Descubrimos esto cuando el Arzobispo Josiah Idowu-Fearon escribió al respecto una publicación en blog. A propósito, el tema de esta Conferencia de Lambeth es: “La Iglesia de Dios para el mundo de Dios: caminar, escuchar y testificar juntos”.
Ahora bien, ya que este no es mi primer rodeo anglicano, me gustaría señalar algunas cosas. El primero es un concepto inexacto sobre el gobierno de la Comunión Anglicana que el Arzobispo Idowu-Fearon promulgó en su blog. Dijo que la posición de la Comunión Anglicana sobre el matrimonio fue definida en una resolución de la Conferencia de Lambeth de 1998. Pero no es así como funciona la Comunión Anglicana. La Comunión Anglicana tiene cuatro “Instrumentos de Comunión”: el Arzobispo de Canterbury, la Conferencia de Lambeth, la Reunión de los Primados y el Consejo Consultivo Anglicano.
El Consejo Consultivo Anglicano [CCA], como se sabe, se reunió por primera vez en 1971. Es el único de los Instrumentos de la Comunión que incluye a laicos y clérigos, y es el único Instrumento de la Comunión que es una organización benéfica registrada según la ley británica. Como tal, es la entidad corporativa de la Comunión Anglicana.
La Conferencia de Lambeth no establece normativa para la Comunión Anglicana, y la Reunión de los Primados no establece una normativa para la Comunión Anglicana, y el Arzobispo de Canterbury no establece normativa para la Comunión Anglicana. Esa es la función del Consejo Consultivo Anglicano.
Así que, la situación en la que nos encontramos es peculiar. El Arzobispo de Canterbury está citando una resolución que no establece normativa para la Comunión Anglicana como una razón para excluir de Lambeth a los cónyuges del mismo sexo. Esa misma resolución define el matrimonio como una “unión de por vida”. Sin embargo, las esposas de los obispos del sexo opuesto que se divorciaron y se volvieron a casar han sido invitadas a Lambeth. Nos queda por concluir que excluir a los cónyuges del mismo sexo es una decisión selectiva, tal vez incluso arbitraria.
Ahora bien, gracias a los informes intrépidos de Mary Frances Schjonberg del Servicio de prensa episcopal, sabemos que actualmente hay dos cónyuges excluidos de Lambeth. Una es la esposa de la Obispa Mary Glasspool de la Diócesis de Nueva York y la otra es el esposo del obispo Kevin Robertson de la Diócesis de Toronto de la Iglesia Anglicana de Canadá. Un tercero, el esposo del Obispo electo Thomas Brown de Maine, también conocido, durante unos meses más, como el diputado Brown, será excluido suponiendo que el proceso de consentimiento para esa elección sea exitoso.
En resumen, el universo de personas directamente afectadas por esta situación es pequeño. Muy pequeño. El Arzobispo de Canterbury ya había escrito a la Obispa Glasspool y su esposa y había hablado directamente con el Obispo Robertson. Y, sin embargo, el Arzobispo Idowu-Fearon escribió una publicación en el blog titulada “La emoción global acerca de la Conferencia de Lambeth”. No podemos menos de especular por qué era importante para la Oficina de la Comunión Anglicana hacer esta situación tan pública casi 18 meses por adelantado.
Otra cosa: cuando el Obispo Robertson y su esposo se casaron a fines del año pasado, después de nueve años juntos, nos enteramos por los informes de los medios de comunicación que son padres de dos niñas. No puedo pasar por alto el hecho de que la Oficina de la Comunión Anglicana ha creado una situación pública en la que das niñas están aprendiendo que la jerarquía de la Iglesia considera a su familia como una fuente de vergüenza y digna de exclusión. Eso me enoja mucho. Cuando las niñitas son daños colaterales, ese no es el camino del amor.
Si su información de Internet es similar a la mía, y me imagino que lo es, usted ha visto que hay variedad de opiniones sobre lo que deberían hacer los obispos y sus esposas en respuesta a esta noticia. Eso lo dejo al discernimiento de los obispos y sus esposas. Pero la cuestión más amplia es cómo responde el resto de La Iglesia Episcopal.
En Facebook, la diputada Winnie Varghese, escribió: “Una vez le dije a un arzobispo que las recientes conferencias de Lambeth han hecho un daño irreparable al testimonio de La Iglesia Episcopal, a los más vulnerables de nuestra sociedad, los pobres, las personas LGBTQI de color, porque si mostramos en el escenario internacional que no vamos a amar a nuestra propia gente y a nuestros propios líderes y sus familias, ¿cómo podríamos amarnos a nosotros mismos?… Si no puede invitar a todos en igualdad de condiciones, cancele la reunión. Usted no está listo”.
La felicito por todo y estoy de acuerdo con su mensaje. Si aún no podemos celebrar una reunión mundial, de obispos anglicanos y esposas, a la que todos están invitados, creo que no deberíamos celebrar reuniones mundiales de obispos anglicanos y esposas.
Pero eso no es lo mismo que decir que no deberíamos estar en relación con el resto de la Comunión Anglicana. Permítanme decir eso otra vez: eso no es lo mismo que decir que no deberíamos estar en relación con el resto de la Comunión Anglicana. He viajado mucho a través de la Comunión en la última década, y puedo asegurarles que, a pesar de lo que hayan oído, La Iglesia Episcopal no está marginada porque hemos votado en favor de la inclusión total de las personas LGBTQ en la vida de la Iglesia.
De hecho, a lo largo de la Comunión, particularmente en el África anglicana, hay una creciente red de eruditos, activistas y otros líderes de la Iglesia que están comprometidos en conversaciones teológicas profundas sobre religión y sexualidad que se basan en interpretaciones más generosas de la Biblia. Como miembro fundador de la Consulta de Chicago, he tenido el privilegio de formar parte de algunas de estas conversaciones.
En una de esas conversaciones en Ghana en 2015, emitimos una declaración, que aborda el peligro real de la exclusión. Esto es parte de lo que dijimos:
“Como miembros de las iglesias anglicanas y de otras denominaciones en África, y como episcopales de Estados Unidos, hacemos un llamado a nuestras comunidades
de fe para hacer un compromiso público o un acuerdo privado para servir como lugares de Santuario para aquellos que viven bajo la amenaza de la violencia por
trabajar en nombre del Evangelio. Entendemos que este grupo incluye gente LGBTI, mujeres y hombres que viven con el VIH, minorías étnicas, raciales y religiosas
en ambos continentes y aquellos que son víctimas potenciales de violencia de género.
“Hacemos un llamado a los episcopales en todos los niveles de la Iglesia para que se comprometan a cumplir la Resolución A051 de la [2015] Convención General, que
hace un llamado a la Iglesia para utilizar los recursos desarrollados por los líderes anglicanos de África y las organizaciones que trabajan para frenar la violencia
anti-gay y anti-transgénero, la discriminación y la marginación; para establecer relaciones con los eruditos anglicanos africanos y aprender que ya están ofreciendo
interpretaciones bíblicas que afirman la dignidad y humanidad de las personas LGBTI; y ´orar por la seguridad de nuestras hermanas y hermanos LGBTI, sus familias y
comunidades, y por los académicos y activistas que trabajan incansablemente en su nombre´”.
“Y porque entendemos que la Iglesia no solo debe actuar como buenos samaritanos hacia aquellos que son robados y golpeados, sino también trabajar en un
nivel sistémico para asegurar el camino de Jericó a Jerusalén que recorren todos los que se esfuerzan por lograr sociedades justas y equitativas y por una plena inclusión
en el Cuerpo de Cristo, nos comprometemos a trabajar en colaboración para oponernos al legado del colonialismo y sus manifestaciones actuales, para oponernos
a todos los principados y poderes… y para entender que estos males están arraigados en ideologías de poder y dominio que no tienen lugar en la Iglesia ni en nuestras sociedades”.
El caminar juntos a lo largo del camino de Jericó a Jerusalén es el corazón de mi experiencia en la Comunión Anglicana. Pienso que lo mismo es cierto para muchos de ustedes que experimentan la Comunión no como una serie de dictados de arzobispos o una oficina de Londres, sino como relaciones mutuas que dan vida, salvan vidas y están arraigadas en diócesis, congregaciones y redes de todo el mundo. Esa es la Comunión Anglicana que merece nuestra energía y atención, nuestro compromiso y nuestros recursos.
Espero que aún haya tiempo para resolver esta situación y asegurar que todas las esposas/os de los obispos sean invitadas a la Conferencia de Lambeth. Pero si eso no es posible, creo que llegará el día en que tendremos que analizar detenidamente dónde y cómo invertimos los recursos de La Iglesia Episcopal a través de la Comunión Anglicana. Se está realizando tan buen trabajo, en tantos lugares donde Dios nos ha llamado a caminar juntos con respeto mutuo, amor y verdad del evangelio. Tenemos tantas maneras de invertirnos en una misión global que no excluya ni avergüence, sino que dé testimonio del amor de Cristo que nos une a todos.
Que esa visión nos guíe tanto ahora como en los próximos años.