Traducción al español a continuación

Out of Despair and Into Hope

President of the House of Deputies 

Interim Bodies Meeting 

Cleveland, Ohio

March 26, 2023

Sermon As Delivered

Today the lectionary provides us with two very familiar passages from the Bible that are given for our reflection on this 5th Sunday in Lent. 

The first is the valley of the dry bones, where the prophet Ezekiel describes to us how the God that we worship can help us speak breath into new life. Ezekiel says in verse 9, “Then he said to me, ‘Prophesy to the breath, prophesy, mortal, and say to the breath: Thus says the Lord God: Come from the four winds, O breath, and breathe upon these slain, that they may live.’” The bones began to rattle and shake, and then before he knew it, Ezekiel was standing before a vast multitude. God tells Ezekiel this is a metaphor for God’s people, which can be summarized in Ezekiel verse 14 “I will put my spirit within you, and you shall live.”

The second story we were given today is that of Jesus and his very good friends Martha, Mary, and Lazarus. Like Ezekiel, the Gospel of John can be read with many layers, and if you’re anything like me, you might pick and choose which layer you read into on any given day. When this chapter of John is paired with Ezekiel’s valley of dry bones, we find that the lectionary is trying to tell us something today. Here we see Jesus, who was confronted with the death of his very good friend Lazarus and the deep painful mourning of Martha and Mary. Jesus is overcome with mourning and weeps before using his breath to call Lazarus out of the cave. He uses the breath of the four winds to breathe upon the slain so that he may live.

Today the lectionary is calling us out of despair and into hope. Today we are reminded that the season of Lent is not purely about sacrifice. Instead, it is about challenging us to see and have faith in the hope that we have in Jesus Christ. These passages inspire us to confront how we might view the world differently. How things that we thought were static might actually be dynamic. How our human experience of the time order of things is not the same for God because when God looks at time, it is not so linear at all. How when we see scarcity, Jesus sees abundance. We think that time has run out, but God makes more time. In verse 40, “Did I not tell you that if you believed, you would see the glory of God?” Today we are challenged to look at the world differently and engage our faith in changing the status quo.

We serve Jesus, who is of love and abundance. He is the breath of life. We do not serve a God of scarcity, or death, or most certainly not the status quo. Remember that we were told, “I will put my spirit within you, and you shall live.” And then reminded, “Did I not tell you that if you believed, you would see the glory of God?”

My friends, we live during difficult and hard times. Somedays, we may find ourselves identifying with Mary or Martha in their mourning for such a great loss in their lives. We might look around and wonder, where is Jesus in all this? How will we bounce back? How will we repair ourselves? Where are we headed? What is our trajectory?

However, as we go about doing the work of the church, even during this season of Lent, we must remember that although our work may be hard and at times difficult, we serve a God of abundance. A God of miracles. Jesus is always here to bring us the Good News. So that even when we fall or lose hope or succumb to doubt, Jesus will pick us up. He will breathe new life into us. 

Where do we find the promise of the Good News that we hear in this season of Lent? This season which began with the acknowledgment that we are from dust and to dust we shall return? The promise is that, in the end, it is not all in our hands. It is not up to us. We do not know the ending of the story. Our faith and our hope is in Jesus. We are laborers in God’s plan. Ultimately, it is Jesus who will breathe new life into dry bones and raise the dead. 

We are called to remember that same spirit that raised Lazarus from the dead dwells within us today. 

Therefore, my friends, and fellow Episcopalians, our ultimate challenge is to believe.

To keep the faith.

And to breathe the breath of hope into all that we do.

Amen. 


De la desesperación a la Esperanza

Presidente de la Cámara de Diputados 

Reunión de los Órganos Interinos 

Cleveland, Ohio

26 de marzo de 2023

Sermón pronunciado

Hoy el leccionario nos ofrece dos pasajes bíblicos muy familiares para nuestra reflexión en este 5º domingo de Cuaresma. 

El primero es el del valle de los huesos secos, donde el profeta Ezequiel nos describe cómo el Dios al que adoramos puede ayudarnos a dar aliento a una nueva vida. Ezequiel dice en el versículo 9: “Entonces me dijo: Profetiza al aliento, profetiza, mortal, y di al aliento: Así dice el Señor Dios: Ven de los cuatro vientos, oh aliento, y sopla sobre estos muertos, para que vivan'”. Los huesos empezaron a temblar y a agitarse, y antes de que se diera cuenta, Ezequiel estaba de pie ante una inmensa multitud. Dios le dice a Ezequiel que esto es una metáfora del pueblo de Dios, que puede resumirse en el versículo 14 de Ezequiel ” Pondré mi espíritu dentro de ti, y vivirás.”

La segunda historia que nos han contado hoy es la de Jesús y sus muy buenos amigos Marta, María y Lázaro. Al igual que Ezequiel, el Evangelio de Juan puede leerse con muchas capas, y si eres como yo, es posible que elijas qué capa leer en un día determinado. Cuando este capítulo de Juan se combina con el valle de los huesos secos de Ezequiel, nos damos cuenta de que el leccionario está tratando de decirnos algo hoy. Aquí vemos a Jesús, que se enfrenta a la muerte de su buen amigo Lázaro y al profundo y doloroso luto de Marta y María. Jesús se siente invadido por el luto y llora antes de usar su aliento para llamar a Lázaro fuera de la cueva. Él usa el aliento de los cuatro vientos para soplar sobre los muertos para que puedan vivir.

Hoy el leccionario nos llama a salir de la desesperación y a entrar en la esperanza. Hoy se nos recuerda que el tiempo de Cuaresma no consiste únicamente en sacrificios. Por el contrario, se trata de desafiarnos a ver y tener fe en la esperanza que tenemos en Jesucristo. Estos pasajes nos inspiran a confrontarnos con una visión diferente del mundo. Cómo las cosas que creíamos estáticas pueden ser dinámicas. Cómo nuestra experiencia humana del orden temporal de las cosas no es la misma para Dios, porque cuando Dios mira el tiempo, no es tan lineal en absoluto. Cómo cuando nosotros vemos escasez, Jesús ve abundancia. Nosotros pensamos que el tiempo se ha acabado, pero Dios hace más tiempo. En el versículo 40: “¿No les dije que si creen, verán la gloria de Dios?”. Hoy se nos desafía a mirar el mundo de otra manera y a comprometer nuestra fe en cambiar el statu quo. 

Servimos a Jesús, que es amor y abundancia. Él es el aliento de vida. No servimos a un Dios de escasez, ni de muerte, ni mucho menos de statu quo. Recuerda que se nos dijo: “Pondré mi espíritu dentro de ti, y vivirás”. Y luego se nos recordó: “¿”¿No les dije que si creen, verán la gloria de Dios?”.

Amigos míos, vivimos tiempos difíciles y duros. Algunos días, podemos encontrarnos identificados con María o Marta en su luto por una pérdida tan grande en sus vidas. Podemos mirar a nuestro alrededor y preguntarnos: ¿Dónde está Jesús en todo esto? ¿Cómo nos recuperaremos? ¿Cómo nos repararemos? ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Cuál es nuestra trayectoria?

Sin embargo, mientras hacemos el trabajo de la iglesia, incluso durante este tiempo de Cuaresma, debemos recordar que aunque nuestro trabajo sea duro y a veces difícil, servimos a un Dios de abundancia. Un Dios de milagros. Jesús siempre está aquí para traernos la Buena Nueva. De modo que incluso cuando caemos o perdemos la esperanza o sucumbimos a la duda, Jesús nos levantará. Nos infundirá nueva vida. 

¿Dónde encontramos la promesa de la Buena Noticia que escuchamos en este tiempo de Cuaresma? ¿En este tiempo que comenzó con el reconocimiento de que somos del polvo y al polvo volveremos? La promesa es que, al final, no todo está en nuestras manos. No depende de nosotros. No conocemos el final de la historia. Nuestra fe y nuestra esperanza están en Jesús. Somos trabajadores en el plan de Dios. En última instancia, es Jesús quien dará nueva vida a los huesos secos y resucitará a los muertos. 

Estamos llamados a recordar que el mismo espíritu que resucitó a Lázaro de entre los muertos habita hoy en nosotros. 

Por lo tanto, amigos míos y compañeros episcopales, nuestro último reto es creer.

Mantener la fe.

E insuflar el aliento de la esperanza en todo lo que hacemos.

Amén.