“Before I formed you in the womb I knew you, before you were born, I set you apart; I appointed you as a prophet to the nations.”
Antes de formarte en el vientre,
ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado;
te había nombrado profeta para las naciones.
Avant que je t’aie formé dans le ventre de ta mère, je te connaissais, et avant que tu sois sorti de son sein, je t’avais consacré, je t’avais établi prophète des nations
(Jeremiah 1:5)
Jeremiah’s profound statement establishes an important spiritual reality: we are recognized by God, created with a purpose, and selected for a divine mission. This is the radiance of Christ, Jesus of Nazareth, a testimonial to His role as the human incarnation of God’s unbounded love and kindness.
We are encouraged to discover our true selves. This is the invitation on the spiritual path. Jesus acts as a compass, directing us to a life rich in divine purpose via His life, teachings, and personal example. On our path of self-discovery, we reflect not only on our individuality, but also on our profound connection with the cosmos, the Divine, and the rest of humanity.
The Episcopal Church is always trying to enhance the pillars of empathy, inclusivity, and love. We have contributed and prayed for LGBTQ+ individuals to be welcomed into our spiritual community, mirroring Jesus’ goal of tearing down barriers, raising the oppressed, and recognizing the dignity of all people.
My sincere prayer is that the House of Deputies continues to embrace our holy purpose of vibrantly radiating God’s unlimited, healing, and unselfish love. We are ardent followers of Jesus Christ, whose life, sacrifice, and resurrection provide hope and salvation to the world. The Episcopal Church aspires to encourage everyone to take on leadership roles, regardless of gender, sexual orientation, or gender identity.
Our mission is inextricably linked to God’s love for all. Christ’s brightness is unaffected by the surrounding darkness and our failures. This light guides us and reveals our genuine selves. The love shown by Jesus exposes our actual nature. Goodness. Step into the holy brilliance, and you will embark on the remarkable journey of discovering your place inside God’s great heart. We go on a self-discovery journey together, living a life filled of divine grace, unconditional love, and spiritual hope. You may rest confident that you will never be alone on this voyage.
Immerse yourself in the breath-taking grandeur of a life that beats to the beat of heavenly Love. Watch as this heavenly light dances over our lives and hearts, painting our paths with golden strokes of knowledge and slowly sculpting us into embodiments of multiplied compassion, incomprehensible empathy, and infinite tolerance. This profound, changing journey bestows upon us the potential to reflect the same divine devotion to people around us, enhancing the echo of global Love.
Yes, the journey down this spiritual river might be treacherous at times. But keep in mind that every stumbling rapid and rock we face is only a beacon pointing us towards spiritual progress. The Episcopal Church is deeply committed to ensuring that every person is noticed, valued, and treasured.
We are called to honour the holy Light that shines inside everyone, as well as their unique stories and experiences. Each story of perseverance, acceptance, and love adds a fresh, rich poem to our collective holy compilation.
We discover our true selves through the kaleidoscope of community. As the glory of Christ’s light gloriously reveals both God’s and our own faces, we realize the common divinity that unites us. May this heavenly light instil in us the courage and endurance required to comprehend, accept, and love each other working through and beyond our prejudice.
So, we call out in prayer, help us, Holy Spirit, to identify, appreciate, and acknowledge the unique features that each of us brings to this diverse tapestry of The Episcopal Church. Instruct us in Your unlimited love’s language, without judgment or fear.
In our collective goal to build a world where all persons feel noticed, valued, and loved, let us radiate the brilliance of Your divine love, a shelter of acceptance for all souls.
We pray in the name of Jesus, founded in Your limitless love and with our hearts full of gratitude, since it is in Jesus name that we find comfort, acceptance, and understanding.
Amen.
“Antes de formarte en el vientre te conocí, antes de que nacieras te aparté; te designé profeta de las naciones”.
Antes de formarte en el vientre,
ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado;
te había nombrado profeta para las naciones.
Antes de que te formaras en el vientre de tu madre, te conocí, y antes de que salieras de su seno, te consagré, te hice profeta de las naciones.
(Jeremías 1:5)
La profunda afirmación de Jeremías establece una importante realidad espiritual: somos reconocidos por Dios, creados con un propósito y seleccionados para una misión divina. Este es el resplandor de Cristo, Jesús de Nazaret, un testimonio de su papel como encarnación humana del amor y la bondad sin límites de Dios.
Se nos anima a descubrir nuestro verdadero yo. Esta es la invitación en el camino espiritual. Jesús actúa como una brújula, dirigiéndonos a una vida rica en propósito divino a través de Su vida, enseñanzas y ejemplo personal. En nuestro camino de autodescubrimiento, reflexionamos no sólo sobre nuestra individualidad, sino también sobre nuestra profunda conexión con el cosmos, la Divinidad y el resto de la humanidad.
La Iglesia Episcopal siempre intenta mejorar los pilares de la empatía, la inclusividad y el amor. Hemos contribuido y rezado para que las personas LGBTQ+ sean acogidas en nuestra comunidad espiritual, reflejando el objetivo de Jesús de derribar barreras, levantar a los oprimidos y reconocer la dignidad de todas las personas.
Mi sincera oración es que la Cámara de Diputados siga abrazando nuestro santo propósito de irradiar vibrantemente el amor ilimitado, sanador y desinteresado de Dios. Somos fervientes seguidores de Jesucristo, cuya vida, sacrificio y resurrección proporcionan esperanza y salvación al mundo. La Iglesia Episcopal aspira a animar a todos a asumir roles de liderazgo, independientemente de su género, orientación sexual o identidad de género.
Nuestra misión está inextricablemente unida al amor de Dios por todos. El brillo de Cristo no se ve afectado por la oscuridad circundante ni por nuestros fracasos. Esta luz nos guía y revela nuestro auténtico yo. El amor mostrado por Jesús expone nuestra naturaleza real. La bondad. Adéntrate en el brillo sagrado y emprenderás el extraordinario viaje de descubrir tu lugar dentro del gran corazón de Dios. Juntos emprenderemos un viaje de autodescubrimiento, viviendo una vida llena de gracia divina, amor incondicional y esperanza espiritual. Puedes estar seguro de que nunca estarás solo en este viaje.
Sumérgete en la impresionante grandeza de una vida que late al compás del Amor celestial. Observa cómo esta luz celestial danza sobre nuestras vidas y corazones, pintando nuestros caminos con pinceladas doradas de conocimiento y esculpiéndonos lentamente en encarnaciones de compasión multiplicada, empatía incomprensible y tolerancia infinita. Este viaje profundo y cambiante nos confiere el potencial de reflejar la misma devoción divina a las personas que nos rodean, realzando el eco del Amor global.
Sí, el viaje por este río espiritual puede ser traicionero a veces. Pero tenga en cuenta que cada tropiezo rápido y cada roca que enfrentamos es sólo un faro que nos señala hacia el progreso espiritual. La Iglesia Episcopal está profundamente comprometida a garantizar que cada persona sea tenida en cuenta, valorada y apreciada.
Estamos llamados a honrar la Luz sagrada que brilla en el interior de cada uno, así como sus historias y experiencias únicas. Cada historia de perseverancia, aceptación y amor añade un poema fresco y rico a nuestra sagrada compilación colectiva.
Descubrimos nuestro verdadero yo a través del caleidoscopio de la comunidad. A medida que la gloria de la luz de Cristo revela gloriosamente tanto el rostro de Dios como el nuestro, nos damos cuenta de la divinidad común que nos une. Que esta luz celestial infunda en nosotros el valor y la resistencia necesarios para comprendernos, aceptarnos y amarnos unos a otros trabajando a través y más allá de nuestros prejuicios.
Por lo tanto, te pedimos en oración que nos ayudes, Espíritu Santo, a identificar, apreciar y reconocer las características únicas que cada uno de nosotros aporta a este tapiz diverso de la Iglesia Episcopal. Instrúyenos en el lenguaje de tu amor ilimitado, sin juicios ni temores.
En nuestro objetivo colectivo de construir un mundo en el que todas las personas se sientan tenidas en cuenta, valoradas y amadas, permítenos irradiar el resplandor de Tu amor divino, un refugio de aceptación para todas las almas.
Oramos en el nombre de Jesús, fundados en Tu amor sin límites y con nuestros corazones llenos de gratitud, ya que es en el nombre de Jesús que encontramos consuelo, aceptación y comprensión.
Amén.